Jugando con Leo [Amanda]

Andrea había bajado con Leo a jugar un poco en la playa. Era una buena tarde y no hacía frío. Al llegar, se quitó los zapatos y hechó a correr descalza seguida por Leo, que ladraba detrás de ella sin parar, persiguiendola.
Se reía cada vez que giraba la cabeza hacia atrás y veía a Leo cada vez más cerca de ella, hasta que finalmente la alcanzó y se dejó caer al suelo, abrazando al perro y dándole besitos en la cabeza mientras que este no paraba de darle lametones.

-Ya, ya -dijo entre risas. Se quedó en silencio pasados unos minutos mientras abrazaba al perro y miraba al mar -Me encantaggía podegg volveg a Fgancia. ¿Tú no, Leo? -susurró con la barbilla pegada a su cabeza -Peggo no sé pog qué mamá y papá me han hechado.

Cuando quiso darse cuenta, estaba llorando abrazando al perro, hipando y sorbiendose la nariz. Leo empezó a lamerle la mejilla, como si estubiera tratando de secarle las lagrimas.

Al parecer la playa era el lugar que mas me gustaba del pueblo ya que era donde solía acabar por la tarde. Paseando por la playa escuchando el sonido de los pájaros y la del mar y nada mas, tan solo esos dos sonidos. Hacía un día que había conocido a mi hermano y no sabía que hacia todavía por allí, se suponía que después de decirle lo que le tenía que decir me iba a ir, me volvería a Francia y olvidaría que tenía un hermano y seguiría con mi vida de siempre pero…había algo dentro de mi que no me dejaba irme hasta que Oliver perdonase a mi padre por haberle abandonado pero la verdad no sabía como lo iba a hacer ni nada…me entraron ganas de llorar como una niña pequeña pero para mi desgracia había dejado de ser una niña pequeña hacia demasiado tiempo.

Hablando de niñas…vi a una allí sentada, en la arena de la playa junto a un perro. Miré a mi alrededor en busca de su madre o padre pero por allí no había nadie ¿se abría perdido? Me acerqué dubitativa y me puse de cuclillas a su lado y escuché que estaba llorando.

-¿Te has perdido?-pregunté con voz dulce mirando a la pequeña.-

Andrea dió un brinco cuando escuchó una voz a su lado. No se había percatado de que alguien se hubiera acercado. Tenía las mejillas completamente húmedas y los ojos colorados, pero aún así, tras la cortinilla de lágrimas vio que se trataba de una chica.

Hipando, negó con la cabeza, abrazando a Leo contra sí.

-No -se sorbió la nariz -Bueno, sí -se contradijo -Quieggo volveg a casa, pero ya no puedo. Es laggo de contagg -trató de secarse las lágrimas con las manos y de dejar de llorar, pues no le gustaba llorar delante de nadie, la hacía parecer más pequeña, pero por más que lo intentaba, las lágrimas seguían saliendo de sus ojos.

Sin pensárselo si quiera, abrazó a la chica esa. Parecía simpática, e inconscientemente lo que necesitaba era simpatía y cariño, ya que esa mujer a la que llamaban su madre no parecía ser muy dada a ello.

Me sobresalté yo también cuando ella dio al brinco y me caí en la arena quedándome sentada mirándola y observando como sus ojos estaban llenos de lágrimas y colorados y eso hizo que yo también tuviese ganas de llorar ya que cuando veía a alguien llorando yo acababa igual. La escuché y me di cuenta que tenía acentó francés así que debería ser de Francia, como yo pero yo no tenía acento ya que con mi padre siempre hablaba inglés. Sentí lástima por ella, seguramente su madre se había tenido que mudar por razones de trabajo o algo parecido y la pobre echaba de menos a sus amigos.

Me sorprendí cuando me abrazó y me quedé quieta sin saber que hacer y finalmente la abracé con delicadeza y suavidad y después de unos segundos me separé y le limpié las lágrimas mientras le dedicaba una dulce sonrisa en mis labios.

-Vamos, no llores mas que sino acabaremos tu perrito y yo llorando también, que eso se pega.-murmuré mientras estiraba mi mano hacia el perro que la olfateó y después me dejó acariciarle la cabeza con dulzura.-

Andrea se sintió bien cuando la chica la abrazó, por lo que se quedó un poco más de tiempo así, abrazada a ella mientras lloraba. Finalmente sorbió otra vez, y cuando se separaron esbozó una pequeña sonrisita torpe por las palabras de ella.

-Lo siento -dijo algo avergonzada, nunca hacía cosas como esta, por lo que se sintió algo cohibida. Miró a su perro, que olfateaba la mano de la chica -Se llama Leo -le presentó -Y yo soy Andggea -se presentó a sí misma.
Sonrió al ver que Leo se llevaba bien con ella, pues empezó a lamerle a ella la mano.

-Le has caído bien. ¿Cómo te llamas? -preguntó.

-No te disculpes por llorar, es algo que todos hacemos, hasta los mas mayores lo hacen.

Le expliqué sin perder mi sonrisa. Mi mano seguía acariciando la cabeza del perro con movimientos lentos, suaves y dulces para que no se asustase. Sonreí al escuchar como me presentaba al perro y después a ella y me reí entre dientes al sentir como el perro lamía mi mano haciendo que sintiese unas pequeñas cosquillas.

-Me alegro caerle bien a Leo.-le contesté mientras volvía a acariciar la cabecita del pequeño perro.-Yo soy Amanda, un placer conocerte Andrea.

Andrea asintió con la cabeza solemne ante lo primero, sintiendose algo mejor.

-Amanda, me gusta tu nombgge -dijo pensativa. Nunca había conocido a nadie que se llamase Amanda. Podría ser un buen comienzo, conociendo a gente nueva. Algo mayor que ella, pero qué más daba. En ese momento se fijó en sus labios, iban algo pintados. El rostro de Andrea se iluminó un poco.

-¿Tienes pintalabios? -preguntó animada de repente. Tal vez tenía en el bolso o algo. Maquillarse era algo que la podía, y siempre solía mangarselo a su madre. Intentó no pensar en ello, apartando el recuerdo de su mente .

-Gracias, el tuyo también es muy bonito.-le contesté mientras me sentaba al estilo indio en la arena.-

Me dije a mi misma que debía preguntarle donde estaba su madre cuando estuviese de mejor humor ya que no quería que se me pusiese a llorar de nuevo, no sabía que hacer cuando un niño pequeño se me ponía a llorar, los adoraba pero para jugar con ellos no para intentar que dejasen de llorar. Al escucharla sonreí y asentí con la cabeza.

-Claro que si, y no solo pintalabios.-metí la mano en el bolso y tras rebuscar un rato saqué un pequeño neceser con todo el maquillaje necesario.-Puedes utilizar lo que quieras si no lloras mas.

Cuando sacó la bolsa de maquillaje, Andrea desorbitó los ojos.

-¿De veggda? ¿de veggda puedo usagglo? -sus ojos brillaron, y cuando le dijo que podía utilizarlo si no lloraba más sonrió y asintió con la cabeza energicamente -¡Gggacias! ¡Muchas ggacias Amanda! -le abrazó el cuello y le dió un beso en la mejilla, mientras cogía el neceser y lo abría.

Cielos, pensó. Tenía pintalabios, rimel, lápiz de ojos... podía usarlo todo, todo todo. Eso era como estar en el cielo.

-¿Amanda? ¿me puedes maquillagg tú? -preguntó tímidamente -Quieggo estagg guapa -dijo con una media sonrisa.

Me reí divertida entre dientes al ver la cara que ponía al ver que sacaba un neceser y cuando me preguntó si de verdad podía utilizarlo todo asentí con la cabeza lentamente con una sonrisa divertida en mis labios. Que fácil era hacer feliz a un niño, que suerte tenían. De pequeño querías ser mayor y de mayor te gustaría volver a ser pequeño.

-De nada Andrea.-dije abrazándola yo también y haciendo fuerza para no caerme.

Observé como abría el neceser observando lo que había dentro y me coloqué un mechón de pelo detrás de mi oreja de forma distraída mientras la miraba y alcé una ceja al escuchar que quería estar guapa.

-Ya estas guapa sin maquillar pero…yo te maquillo si quieres.

Andrea sonrió.

-Peggo yo quieggo segglo más. Quieggo segg atggiz, y me gusta paggecegme a ellas, ¿a tí no? -preguntó soñadora -Esos enoggmes vestidos pggeciosos y laggos o coggtos. Algún día me quedaggán bien -afirmó como si fuera algo obvio, y es que, lo era.

Por lo que volvió a asentir con la cabeza.

-Sí. Peggo... tu me maquillas a mí y yo te maquillo a tí, ¿que te paggece? seggá divegtido -dijo con una sonrisa.

La miré cuando me dijo que quería ser actriz y sonreí divertida. Todas las niñas de pequeñas quieren ser actrices, profesoras o veterinarias, eran los sueños mas abundantes en las niñas pero…eran eso, sueños. Pocas de esas niñas acabarían siendo lo que soñaban de pequeña pero no iba a ser yo la que le fastidiase el sueño a Andrea.

-Bueno, seguro que los vestidos largos y cortos de tu talla ya te quedan bien y seguro que estas preciosa.-le comenté con una sonrisa.-

Leo se había tumbado sobre la arena apoyando su cabeza entre las patas y de vez en cuando levantaba la cabeza, miraba a Andrea, después a mi y la volvía a apoyar en sus pequeñas patitas. Cuando escuché que después ella me maquillaría a mi tuve que reprimirme para hacer una mueca, las veces que me había dejado maquillar por niñas pequeñas había acabado muy mal pero era divertido verles felices y no podía decirle que no.

-Claro, será divertido.-le contesté con una sonrisa.-

Asintió con la cabeza.

-Sí, lo sé. Peggo yo quieggo llevagg los que lleva Odette -entonces decidió aclarar -Se supone que es mi madgge. Ella es actggiz, y tggabaja en Hollywood. No hay vestidos así en tiendas que me queden bien -resopló -es indignante -arrugó la nariz.

Ojeó dentro del bolsito del maquillaje. Oh, rojo carmín, y el lapiz de ojos negro, y colorete...

-Quieggo el pintalabios ggojo -dijo entusiasmada -Y ggaya aggiba y abajo. En el colegio nunca me dejan escojegg el maquillaje -dijo inflando los mofletes.

Me quedé algo asombrada al escuchar que su madre era Odette, la “gran” actriz que había en el pueblo aunque a mi me recordaba a una cosa muy diferente a una actriz pero decidí no decirle eso a Andrea, no quería traumatizarla ya que seguramente eso lo pensaba yo por que no me caía nada bien, odiaba esa forma que tenía de caminar o mirar por encima del hombro a todo el mundo, como si ella fuese superior.

-Podrías decirle a Odette que contratase a una modista que te hiciese unos vestidos como los de ella pero de tu talla.-le comenté con una sonrisa en mis labios.-

Me reí al ver como rebuscaba en el neceser y lo emocionada que se ponía al ver que tenía pintalabios rojo. Me quedé algo extrañada al escucharla decir que en el colegio no le dejaban elegir el maquillaje, ¿se maquillaba para ir al colegio? Preferí no preguntar y asentí con la cabeza a todo lo que decía.

-Pues entonces pintalabios rojo y raya arriba y abajo.

Cuando dijo lo de la modista, Andrea se quedó perpleja, con el pintalabios en la mano y parpadeó. ¡Claro! ¿Cómo no se le había ocurrido? miró a Amanda como si fuera el presidente de los Estados Unidos.

-Egges un genio, ¿lo sabías? -asintió con la cabeza cuando dijo lo de la raya y el pintalabios rojo, acercandose un poco más para que le fuese más facil maquillarla -¿Cuántos años tienes? yo tengo ocho -mintió. Le gustaba pensar que tenía ocho, y no siete, aunque estaba apunto de cumplirlos. En ese momento recordó que preguntar la edad es de mala educación, pero se encogió de hombros -Espeggo que no te impoggte, peggo no paggeces vieja. Eso solo le impoggta a las viejas -dijo pensativa.

-Bueno, tampoco es para tanto Andrea.

Dije divertida cuando me llamo genio. De genio no tenía ni un pelo, solo había dicho eso para que Odette se tuviese que gastar mas dinero en su hija, quizás no le importaría pero de esa manera Andrea se sentiría como una princesa y tal vez no volviese a llorar en una temporada. Cuando vi que se acercaba un poquito para que la maquillase empecé a pintarle la raya de abajo mientras la escuchaba y sonreí al escuchar lo último que decía.

-Tienes razón, solo a las viejas les importa que les pregunten su edad. Yo tengo 17.

Andrea negó con la cabeza.

-Claggo que sí. No se me había ocuggido a mí, entonces egges un genio -dijo con seguridad. Cuando empezó a hacerle la raya, Andrea se quedó totalmente quieta, como una estatua. Cuando en las actuaciones del colegio tenían que maquillarlas Andrea era la única que se estaba quieta e impaciente a la vez, pero no para que terminasen, sino para ver los resultados -¿Diecisiete? yo quieggo tenegg ya diecisiete. Y podegg tomagg mis pggopias decisiones.

Dijo con ojos brillantes mientras miraba al cielo, esperando a que terminara con ese ojo.

-Segg un niño está muy bien poggque te miman mucho -esbozó una gran sonrisa -A mí la pggimegga. Peggo a veces es un abuggimiento...