Rencontre spéciale [Odette]

Odette llegó a la discoteca y puso una mueca de asco al ver la cuantiosa cola que se alzaba delante de ella. Negó con la cabeza y andó contoneando sus caderas de forma femenina e irresistible hasta la puerta. Miró la cola de nuevo y se cruzó de brazos leves instantes, golpeando con la delantera de esos zapatos de tacón el duro asfalto que no se quejaba.

Un sencillo vestido caía por su cuerpo ciñéndose, mediante un cinturón negro, a su cintura sobre la altura de los pechos, un poco por debajo de los mismos para realzarlos sin llamar demasiado la atención de nadie. Dicho vestido le llegaba por las rodillas, rematado en un suave vuelo que con cada paso se ondulaba en torno a sus admirables piernas níveas en las cuales, al final, podían apreciarse unos predominantes tacones que tranquilamente podía aumentar su altura hasta que sobrepasase el metro '80. El beige de la prenda superior, es decir, el vestido, concordaba con la chaquetita negra que no era precisamente de manga larga, si no que el borde de los brazos le llegaba más o menos a altura del codo.

El respecto podía pasárselo ella por todas las partes posibles, por eso mismo encendió un cigarrillo sin más, ignorando las miradas de los presentes que recreaban muecas de asco. Si supieran ellos... Se quedó en la helada intempérie, indispuesta a hacer esa eterna cola. No, no y no.

No pensaba hacer la cola, por lo que se acercó a la puerta, dispuesta a pasar por todo el morro. Era una famosa actriz de Hollywood, no pensaba hacer cola con niñatos de instituto, mon dieu.. no. Se detuvo al ver como un rubito bastante elegante la miraba. Ella alzó una ceja y aguardó de pie, le gustaba hacerse esperar. Ella no iva a acercarse, si ese muchacho apuesto quería algo, tenía dos musculosas piernas para moverlas y andar hacia ella. Mientras, Odette observó varias de las miradas que las personas le dirigían indicaban una huelga colectiva muda para que apagase el cigarro. En vez de eso empezó a contonearse con la misma soltura y sensualidad de siempre, llevando el filtro del cigarro a sus carnosos labios para situarlo en el centro de ambos, aspirando para llenar sus vacíos pulmones del humo que necesitaba para tranquilizarse y no cometer imprudencias como empezar a despotricar con un ligero acento gálico.

Se apoyó en la pared del exterior del loca, cerca de la cola, colocándose de espaldas al rubio, haciendo como que no lo había visto ni nada. Suspiró, expulsando parte del humo por su nariz y el restante de entre sus labios, entreabriéndolos minimamente. Observo el borde del cilindro formado principalmente por papel, el cual empezaba a consumirse debido a la absurda y ridícula llama que se centraba en las partículas marrones que contenían todo lo malo del cigarro. De todas formas, no iba a morirse por un pitillo, así que podía fumar cajetillas y cajetillas sin preocuparse por su vida, únicamente por sus expléndidos dientes.

Otra calada fue suficiente para hacer que la ceniza se acumulase hasta el punto de amenazar con caer sobre el vestido de Odette. Disgustada por la idea ésta le propinó un par de toquecitos para que el exceso desapareciese hasta convertirse en necesidad de otra calada más a la que seguirían muchas otras, pero mejor con calma. No había nada que la retuviese en la intemperie, a las afueras de ese local que se llamaba... Bah, nunca le había importado demasiado. Prefería entrenerse con la afilada punta de sus tacones que a rendirse a la mirada del chico puesto que podía ser muchas cosas, pero de tonta e inocente no tenía ni pizca, pero bien era cierto que tenía ganas de jugar. Por ello mismo separó su cuerpo del respaldo de la pared y se dirigió a la puerta para entrar en el local -pasando al lado del rubio y rozando con distracción su mano-, caminando con el repiqueteo de sus tacones persiguiéndola como un fiel perro y marcando el ritmo de sus pasos con quizás un exceso de exageración. Odette no tenía una elevada masa de grasa, es decir, que estaba delgada, pero aún así le gustaba marcar la diferencia con sus singulares pasos. Muchas mujeres podían ser como ella, pero mejores; ninguna.

Pobres de aquellos ilusos que se creieran con la potestad de poder conquistar el corazón de Odette. Esos ilusos serían los mismos que no leían la prensa rosa, prensa que tenía el rostro de Odette en cada uno de sus numeros para reflejar sus interminables hombres y sus inacabables rupturas. Jamás pasaba de la semana con un mismo tío, ya que simplemente se dedicaba a cojer de ellos lo que queria para después darles un 'gracias' y cerrarles la puerta a los morros. No era, digamos, una mujer fácil de las que se consiguen con un par de sonrisas y una inteligente conversación. Ella era mucho más macabra.

Andó clavando sus tacones en el frío suelo, haciendo que ese repiqueteo se dejara oir casi por encima de la música. Se detuvo escasos segundos para mirar por encima de su hombro derecho para poder ver si ese hombre la seguía, y así era. Así que ese rubio quería seguirle el juego, entendido. Lo ivan a pasar en grande, de eso seguro. O por lo menos la morena que se tomó la libertad de acercarse a una mujer que bailaba sola y se pegó bastante, empezando a bailar con esa elegancia que la elevaba hasta el cielo y lograba que otros dejaran de bailar para mirar a ese par de musas griegas contonear sus cuerpos de forma lenta y sensual, como dos llamas de una vela consumiéndose..

Siguió bailando de forma atrevidamente sensual mientras los presentes se olvidaban de respirar por varios segundos.. No tuvo que esperar mucho para ver como el chico se acercaba al sillón decidido. Sonrió verdaderamente complacida y alzó mi mano derecha estirando mi dedo y perfecto dedo índice agitándolo en señal de que se acercara a ella para bailar.

Cojió una de las cerbeza que uno de los camareros llevaba y lse tomó la libertad de abrirla con cuidado llevándosela a los labios y atrapándola con estos, inclinó la cabeza y degustó aquel líquido que no era una delicatessen pero al menos saciaba...Tras un largo e incansable trago la botella descendió por sus manos un ansia interna hizo que su lengua lamiera el borde del agujero de la botella salvajemente, limpiando pequeñas gotas que pudieran haber quedado de restos, y sin darse cuenta o ocultándolo, le estaba realizando un, algo erótico, gesto al chico indirectamente mientras la punta de su lengua recorría de arriba a abajo el tallo de lo alto de la botella.

Cuando terminó dejó escapar un bostezo, estirando su cuerpo por completo dejándole más a la vista sus más hermosas curvas y su utópica belleza...

- ¿Voulez Vous?

Le preguntó colocándose bien el vestido y ofreciéndole la botella

Vió como la chica rubia, guapa, bella, elegante, educada, refinada, es decir, la chica perfecta, iba a la barra para pedir una cerveza, lo que yo levanté las cejas sorprendido, no se veía un día de cada día, ver a una chica de esa categoría pedir sólo una cerveza, cuando podía pedir un sex on the beach, un martini, un cubata, o otra bebiba alcohólica de más nivel y glamour para ella.

La siguió mirando educadamente, como él único sabía, y siempre lo hacía para conquistar, a no ser que fuese una mirada para incitar algo o simplemente para revisar la "mercancía" que era la chica o lo que llevaba encima. Seguidamente sonrió cuando hizo lo de la cerveza, lo que se pasó el dedo lentamente por los labios, queriendo decir, que quería sus labios immediatamente y que no podía estar ni cinco minutos más sin ella, eso sí, indirectamente, no quería que toda la discoteca se diese cuenta del evento.

Asintió con la cabeza mientras la veía hablar y se acarició el pelo, lentamente hacia atrás, un poco para chuler y también porque tenía un poco de calor para después mirarla fijamente a los ojos cuando me ofreció la cerveza.

- Oui, merci.

Dijo cortés para coger la botella y dar dos o tres tragos.

Una sonrisa algo coqueta apareció en los labios de la mujer en cuestión cuando más de uno cruzó las piernas con fuerza al ver lo que hacía la lengua de la castaña a la botella sin poder evitar imaginarse lo que podría hacer esa misma lengua en distintas partes de sus cuerpos. Sencillamente amaba ser así, amaba que los demás se desesperaran por ella. Adoraba esa sensación de poder.
Dejó que el rubio se acercara y le entregó la botella. Claro que podía haver pedido otra bebida, pero ésta era la única servida en botellín.. y lamer el vaso pues como que no quedaba muy erótico.
Una vez lo tuvo delante se deleitó con su acentó francés... oh mon dieu...

Llevó la yema de dos de sus dedos al cálido cuello del chico, acariciándole de arriba a abajo como si aquello hiciera de un potente tranquilizante, viendo como sus ojos se entrecerraban complacidos y las yemas de los dedos de ella se acercaban a su yugular, la cual palpitaba y hacía que su instinto, hasta ahora controlado, se disparase. Esa piel adornada por fragancias varoniles era adictiva..

- No sabes que ganas tengo de pggobagg esto...Por no hablar de como se puso a bombear sangre tu miembro al verme entrar por la puerta...

Comentó en un sensual y ensordecedor del peligro que se acercaba susurro. Acercó sus labios al oído del hombre para susurrar...

- ¿Osaggás negagglo, mon ange?

Dijo lentamente sobre su oído haciendo que la piel de su cuello se erizara aun más si podía

Sonreí cuando ví a la chica rubia sonreír para después mirarme como si estuviera atraída por mí, por mis fragancias que me había hechado antes de venir aquí, a la discoteca, lo que me hizo adapatar una posición más varonil y más chulesca, para que viese que yo era su hombre y no los otros chicos que estaban ahí.

Esos sólo eran marionetas de la sociedad y hacían todo lo que se les mandaba, tanto si fuese bueno o malo, ellos lo acataban sin decir ninguna palabra al respeto. En cambio, yo, era una persona totalmente independiente de la sociedad, podía vivir tranquilamente y relajadamente en un mundo, donde hoy mismo, todo es estrés, prisas, acumulación de cosas, tener todo el tiempo calculado, mirar hacia el futuro y no hacía el presente, en fin, muy estresante.

Sonreí cuando la chica me pasó los dedos por el cuello lo que los cogí y los besé cada uno cortesmente, para después entrecerrar los ojos y dar otro trago a la cerveza.

- Yo también tengo ganas de pgobaggtus vigtudes, ma déesse.

Contesté chulo para después mirar fijamente, pero con un dejo de seductor y chulesco, y vovler a contestar su pregunta.

- No.. No lo negage... Tu dis toute la vérité, m'as pour ce que tu veux.

Contestó astuto, ya que no quería que se pensase que fuese un chico fácil de ganar, y me tendría que ganar, eso sí, trabajandolo.

Ohh, que adorable. La música de fondo zumbaba potentemente, haciendo que ambos sintieran las vibraciones en su interior. Se habría molestado en presentarse, pero no lo encontraba preciso dado que después de el polvo posiblemente él ni se acordaría de su nombre y el día en que la viera aparecer en una de sus películas caería en la cuenta de que había compartido placer con una estrella del cine y correría a llamar a la prensa rosa a decirles todos los detalles a cambio de cuatro dólares insignificantes. Lo miró a los ojos cuando él le besó cada uno de los dedos con esos labios que ella anhelaba pero que no pensaba dejar que él lo notara. Quien llevaba las riendas era ella. Now i'm thaht bitch... Y así sería siempre. Los hombres solo eran unos payasos que ella controlaba como si fueran bulgares marionetas de circo.

Se pegó a él, dejando que el chico sintiera su bosto en sus pectorales, desde esa prespectiva le regalaba un buen ángulo de su escote. Se podía apreciar que sus senos bien formados le permitían el lujo de carecer de sostenes, dado que ya se realzaban con el cinturón. Lo miró alzando una ceja y siguió bailando como la llama de una vela que amenaza en apagarse. Le dió la espalda y pegó sus firmes nalgas al pantalón del chico para bajar lentamente y volver a subir, dejando que su vestido se enganchara a él y se alzara un poco, dejando ver el inicio de sus muslos..

No respondió, siguió bailando ésta canción.

La verguenza no era una de las taras, si se me permite llamarle así a los defectos, de la castaña, por lo que no tuvo ningún tipo de problema para soltarse la melena sintiendose una más entre una multitud eufórica que bailaba al ritmo de una misma música. Estuvo atenta a la letra, bendita música, siempre tan oportuna. Siguió sujetando al aire sus brazos, doblando un poco los codos para apoyar de forma intermitente sus manos en la zona trasera de su cabellera o de la del muchacho rubio que parecía anonadad de su contoneo celestial por cómo la tenía cojida. Se permitió el lujo de restregar un poco sus firmes nalgas en el tejano de él como hacen esas bailarinas eróticas en las películas destinadas a un público más adulto.

Poco a poco la música, la nicotina y el alcohol lograron disipar todos los problemas que acaparaban la mente de Odette, de manera que se permitió el lujo de, sin dejar de mover la cadera a golpes secos y dar cortos pasos a un lado y otro, apoyar las manos cerca del rostro de él, logrando que de vez en cuando sus muñecas acariciaran el cuello ancho y fuerte de él.

Un 99'9% de la sociedad femenina no habría puesto oposición alguna a dejar manosearse por dicho rubio. Pero como todos podemos suponer, Dette estaba incluida en el 0,1% restante. Lo miró a los ojos alzando ambas cejas y negó suavemente para decir de forma muda -solo moviendo los labios- 'aún no'. Lo dijo de forma muda porque de ese modo forzaba al chico a mirarle fijamente los labios. Y eso ya era más de lo que él podría soportar. Ver esos labios moviéndose por y para él.
Sonrió de forma coqueta, revelando sus perfectos dientes blancos una vez más mientras se restregaba de nuevo torso con torso, dejando que el chico sintiera pero no pudiera manosear aquello que tanto anhelaba, los perfectos pechos redondos de Odette Andra Dómine.

Odette se percató rapidamente que las manos del chico ascendían con un único propósito, poder manosear sus famosos pechos que tantas veces habían salido en las escenas más calientes de sus películas. Negó con la cabeza y retiró las manos de su nuca mientras se separaba un paso y clavaba esos ojos miel en los de él. Si no fuera tan guapo y ella no estuviera tan pedo -dado que ya venía habiendo bebido- le habría cruzado la cara o le habría quitado el carné de padre, es decir, patada en la entrepierna. Sonrió mordisqueándose el labio y le tomó las manos suavemente para separarlas de su cuerpo. Lo miró con una inocencia finjida al más puro estilo colegiala y su profesor para susurrarle de forma reptil

- ¿deseas podegg tocagg mis pechos, mon enfant?

Bajé la mirada hacia su cadera lo que continué moviendola rápidamente y sensualmente para después fijarme en sus ojos de color miel, que me daban unas ganas de empezar a besarla por toda la cara para después pasar el cuerpo y hacer virguerías con el, fuese donde fuese, aún así me aguanté las ganas apara que viese que era un caballero y no una bestia sin sentidos ni nada.

Sonreí seductor para luego peinarme el pelo hacia atrás y mirarle los pechos fijamente y cogerle sus manos para que me los llevase.

- Oui... Espeggo que sean tan peggfectos como se ven.

Odette lo miró fijamente a los ojos. A veces le molestaba sentirse como un mero objeto sexual. ¿Qué diablos? No le importaba una mierda mientras ella también pudiera disfrutarlo. Siguió tomándolo de las manos para evitar que él tomara las riendas y tocara las cosas por su cuenta. Hizo que él apoyara sus brazos en los pequeños hombros de ella y que entrelazara las manos detrás da la nuca de Odette ya que de ése modo, él no alcanzaría a tocarla pero ella a él si. Eso era lo que le gustaba. Tener el control.. tocar sin poder ser tocada, ver como sus expresiones se descomponían de placer. ¿Conque quería poder tocar sus pechos? Hm.. Ya se vería.

Haciendo que el chico le rodeara el cuello con los brazos se tomó la libertad de pegar sus cuerpos y dejar una mano colada en medio sin que los demás los pudieran ver. Fué descendiendo la mano que acariciaba el torso de él por encima de esa camisa de marca. Lo miró a los ojos sonriendo de forma malvada. Se detuvo al llegar a su cinturón y ensanchó esa macabra sonrisa de femme fatale

Odette le dejó hacer y miró como el pantalón de él se pegaba a la delantera de su corto y provocativo vestido escotado color beige. Frunció el ceño y subió una pierna hasta la cintura de él, imitando la posición que adoptan las mujeres en los tangos. Clavó sus ojos miel en los azules de él y siguió sujetándole con firmeza las muñecas para advertirle de una sola mirada quién mandaba allí. Claramente Odette Andrea Dómine. Dómine.. Dominar... se parecían ambas palabras. ¿Casualidad? Dejadme que lo dude. La cuestión esque acercó sus labios a los del chico y susurró

- Odette -

Luego se acercó a su oido y pasó la lengua por el pavellón de ésta para finalizar el acto erótico mordisqueándole el lóbulo de la oreja en cuestión y moviendo suavemente la cadera para que el chico se excitara, quería ver como su miembro concentraba más sangre de lo normal y se erguía solo para ella.. ¿Ninfómana? No. ¿Obsesiva? Un poco.

Sonreí cuando la chica francesa, llamada Odette, se dejó hacer para después, al cabo de pocos minutos, subir la piernas hasta mi cintura como si fuera una bailara de tango.
La miró fijamente a los ojos, sin bajar nunca la guardia y asintió con la cabeza lentamente, la chica le gustaba mandar, es más, le encantaba mandar, y a él, a Alex, tanto le daba, sólamente le importaba el resultado final, es decir, si se la llevaría a la cama o no, esa era la cuestión diaria del chico francés.

- Alex -

Contestó a la presentación mientras se acercaba a sus labios, aún más, para rocarse mútuamente y sonreír pícaro para esperar la reacción, otra vez, de la chica que ahora parecía tener nombre, y es más, una que me parecía perfecta para su personalidad, Odette.